Por fin conseguimos viajar a NY, claro está, con algún que otro percance.
Tuvimos suerte de poder volar el lunes por la mañana, estaba claro que nuestra suerte tenía que cambiar en algún momento. Nos adelantaron el vuelo que teníamos a las 5 por uno a las 12,30, qué ilusión!! pero a las 11,30 aún estábamos la mitad en casa y os podéis imaginar lo que fue eso... Parecíamos de un concurso de TV, corriendo por el aeropuerto como locos, esquivando gente hasta que un niño se cruzó en mi camino y por no tirarle acabé estampada como un sello de correos en una pared, así, tal cual os lo cuento, me fue imposible frenar a tiempo. En cuestión de segundos tenía un huevo en la frente, el golpe debió sonar tan fuerte que todos los controles de policía se volvieron a mirar. Aún hoy me duele y en la pierna me salió un moratón que se ve a través de las medias marrones...
El lado positivo de esto es que abrieron un control para que pasase yo, gracias a Dios, porque íbamos fatal de tiempo y si encima tengo que esperar otra cola más en ese estado tan desastroso... Solo espero que no me haya grabado nadie y lo publique en You Tube.
Después del susto, al fin lo conseguimos y embarcamos con éxito, pero al aterrizar en Londres, la escalera de avión se estropeó y no se podía salir. La verdad es que ya nos importaba un pimiento, teníamos cuatro o cinco horas (no se exactamente porque perdí la noción del tiempo en cuanto me senté en la butaca del avión) hasta coger el vuelo de NY, teníamos tiempo para ir tranquilos y sin correr.
Tendría para escribir un libro, así es que ya os iré contando e ilustrando con fotos.
